En este encuentro aprendemos a reconocer diferentes tipos de
márgenes: izquierdo - centrado - margen
derecho y justificado.
Actividad:
1- Seleccionar y copiar el texto
de la actividad propuesta en blog
2- Centrar el título
3- Alinear a la derecha el primer
párrafo
4-Alinear a la izquierda el
segundo párrafo
5- Justificar el último párrafo
del cuento.
6-Agregamos imagen ilustrativa al texto.
Las lenguas
hechizadas
Hubo una vez un brujo malvado que una noche
robó mil lenguas en una ciudad, y después de aplicarles un hechizo para que
sólo hablaran cosas malas de todo el mundo, se las devolvió a sus dueños sin
que estos se dieran cuenta.
De este modo, en muy poco tiempo, en aquella ciudad sólo se
hablaban cosas malas de todo el mundo: "que
si este había hecho esto, que si aquel lo otro, que si este era un pesado y el
otro un torpe", etc... y aquello sólo llevaba a que todos estuvieran
enfadados con todos, para mayor alegría del brujo.
Al ver la situación, el
Gran Mago decidió intervenir con sus mismas armas, haciendo un encantamiento
sobre las orejas de todos. Las orejas cobraron vida, y cada vez que alguna de
las lenguas empezaba sus críticas, ellas se cerraban fuertemente, impidiendo
que la gente oyera. Así empezó la batalla terrible entre lenguas y orejas, unas
criticando sin parar, y las otras haciéndose las sordas...
¿Quién ganó
la batalla? Pues con el paso del tiempo, las lenguas hechizadas empezaron a
sentirse inútiles: ¿para qué hablar si nadie les escuchaba?, y como eran
lenguas, y preferían que las escuchasen, empezaron a cambiar lo que decían. Y
cuando comprobaron que diciendo cosas buenas y bonitas de todo y de todos,
volvían a escucharles, se llenaron de alegría y olvidaron para siempre su
hechizo.
Y
aún hoy el brujo malvado sigue hechizando lenguas por el mundo, pero gracias al
mago ya todos saben que lo único que hay que hacer para acabar con las críticas
y los criticones, es cerrar las orejas, y no
hacerles caso.
Las lenguas
hechizadas
Hubo una vez un brujo malvado que una noche
robó mil lenguas en una ciudad, y después de aplicarles un hechizo para que
sólo hablaran cosas malas de todo el mundo, se las devolvió a sus dueños sin
que estos se dieran cuenta.
De este modo, en muy poco tiempo, en aquella ciudad sólo se
hablaban cosas malas de todo el mundo: "que
si este había hecho esto, que si aquel lo otro, que si este era un pesado y el
otro un torpe", etc... y aquello sólo llevaba a que todos estuvieran
enfadados con todos, para mayor alegría del brujo.
Al ver la situación, el
Gran Mago decidió intervenir con sus mismas armas, haciendo un encantamiento
sobre las orejas de todos. Las orejas cobraron vida, y cada vez que alguna de
las lenguas empezaba sus críticas, ellas se cerraban fuertemente, impidiendo
que la gente oyera. Así empezó la batalla terrible entre lenguas y orejas, unas
criticando sin parar, y las otras haciéndose las sordas...
¿Quién ganó
la batalla? Pues con el paso del tiempo, las lenguas hechizadas empezaron a
sentirse inútiles: ¿para qué hablar si nadie les escuchaba?, y como eran
lenguas, y preferían que las escuchasen, empezaron a cambiar lo que decían. Y
cuando comprobaron que diciendo cosas buenas y bonitas de todo y de todos,
volvían a escucharles, se llenaron de alegría y olvidaron para siempre su
hechizo.
Y
aún hoy el brujo malvado sigue hechizando lenguas por el mundo, pero gracias al
mago ya todos saben que lo único que hay que hacer para acabar con las críticas
y los criticones, es cerrar las orejas, y no
hacerles caso.
Las lenguas
hechizadas
Hubo una vez un brujo malvado que una noche
robó mil lenguas en una ciudad, y después de aplicarles un hechizo para que
sólo hablaran cosas malas de todo el mundo, se las devolvió a sus dueños sin
que estos se dieran cuenta.
De este modo, en muy poco tiempo, en aquella ciudad sólo se
hablaban cosas malas de todo el mundo: "que
si este había hecho esto, que si aquel lo otro, que si este era un pesado y el
otro un torpe", etc... y aquello sólo llevaba a que todos estuvieran
enfadados con todos, para mayor alegría del brujo.
Al ver la situación, el
Gran Mago decidió intervenir con sus mismas armas, haciendo un encantamiento
sobre las orejas de todos. Las orejas cobraron vida, y cada vez que alguna de
las lenguas empezaba sus críticas, ellas se cerraban fuertemente, impidiendo
que la gente oyera. Así empezó la batalla terrible entre lenguas y orejas, unas
criticando sin parar, y las otras haciéndose las sordas...
¿Quién ganó
la batalla? Pues con el paso del tiempo, las lenguas hechizadas empezaron a
sentirse inútiles: ¿para qué hablar si nadie les escuchaba?, y como eran
lenguas, y preferían que las escuchasen, empezaron a cambiar lo que decían. Y
cuando comprobaron que diciendo cosas buenas y bonitas de todo y de todos,
volvían a escucharles, se llenaron de alegría y olvidaron para siempre su
hechizo.
Y
aún hoy el brujo malvado sigue hechizando lenguas por el mundo, pero gracias al
mago ya todos saben que lo único que hay que hacer para acabar con las críticas
y los criticones, es cerrar las orejas, y no
hacerles caso.
Las lenguas
hechizadas
Hubo una vez un brujo malvado que una noche
robó mil lenguas en una ciudad, y después de aplicarles un hechizo para que
sólo hablaran cosas malas de todo el mundo, se las devolvió a sus dueños sin
que estos se dieran cuenta.
De este modo, en muy poco tiempo, en aquella ciudad sólo se
hablaban cosas malas de todo el mundo: "que
si este había hecho esto, que si aquel lo otro, que si este era un pesado y el
otro un torpe", etc... y aquello sólo llevaba a que todos estuvieran
enfadados con todos, para mayor alegría del brujo.
Al ver la situación, el
Gran Mago decidió intervenir con sus mismas armas, haciendo un encantamiento
sobre las orejas de todos. Las orejas cobraron vida, y cada vez que alguna de
las lenguas empezaba sus críticas, ellas se cerraban fuertemente, impidiendo
que la gente oyera. Así empezó la batalla terrible entre lenguas y orejas, unas
criticando sin parar, y las otras haciéndose las sordas...
¿Quién ganó
la batalla? Pues con el paso del tiempo, las lenguas hechizadas empezaron a
sentirse inútiles: ¿para qué hablar si nadie les escuchaba?, y como eran
lenguas, y preferían que las escuchasen, empezaron a cambiar lo que decían. Y
cuando comprobaron que diciendo cosas buenas y bonitas de todo y de todos,
volvían a escucharles, se llenaron de alegría y olvidaron para siempre su
hechizo.
Y
aún hoy el brujo malvado sigue hechizando lenguas por el mundo, pero gracias al
mago ya todos saben que lo único que hay que hacer para acabar con las críticas
y los criticones, es cerrar las orejas, y no
hacerles caso.
Las lenguas
hechizadas
Hubo una vez un brujo malvado que una noche
robó mil lenguas en una ciudad, y después de aplicarles un hechizo para que
sólo hablaran cosas malas de todo el mundo, se las devolvió a sus dueños sin
que estos se dieran cuenta.
De este modo, en muy poco tiempo, en aquella ciudad sólo se
hablaban cosas malas de todo el mundo: "que
si este había hecho esto, que si aquel lo otro, que si este era un pesado y el
otro un torpe", etc... y aquello sólo llevaba a que todos estuvieran
enfadados con todos, para mayor alegría del brujo.
Al ver la situación, el
Gran Mago decidió intervenir con sus mismas armas, haciendo un encantamiento
sobre las orejas de todos. Las orejas cobraron vida, y cada vez que alguna de
las lenguas empezaba sus críticas, ellas se cerraban fuertemente, impidiendo
que la gente oyera. Así empezó la batalla terrible entre lenguas y orejas, unas
criticando sin parar, y las otras haciéndose las sordas...
¿Quién ganó
la batalla? Pues con el paso del tiempo, las lenguas hechizadas empezaron a
sentirse inútiles: ¿para qué hablar si nadie les escuchaba?, y como eran
lenguas, y preferían que las escuchasen, empezaron a cambiar lo que decían. Y
cuando comprobaron que diciendo cosas buenas y bonitas de todo y de todos,
volvían a escucharles, se llenaron de alegría y olvidaron para siempre su
hechizo.
Y
aún hoy el brujo malvado sigue hechizando lenguas por el mundo, pero gracias al
mago ya todos saben que lo único que hay que hacer para acabar con las críticas
y los criticones, es cerrar las orejas, y no
hacerles caso.
Las lenguas
hechizadas
Hubo una vez un brujo malvado que una noche
robó mil lenguas en una ciudad, y después de aplicarles un hechizo para que
sólo hablaran cosas malas de todo el mundo, se las devolvió a sus dueños sin
que estos se dieran cuenta.
De este modo, en muy poco tiempo, en aquella ciudad sólo se hablaban cosas malas de todo el mundo: "que si este había hecho esto, que si aquel lo otro, que si este era un pesado y el otro un torpe", etc... y aquello sólo llevaba a que todos estuvieran enfadados con todos, para mayor alegría del brujo.
Al ver la situación, el Gran Mago decidió intervenir con sus mismas armas, haciendo un encantamiento sobre las orejas de todos. Las orejas cobraron vida, y cada vez que alguna de las lenguas empezaba sus críticas, ellas se cerraban fuertemente, impidiendo que la gente oyera. Así empezó la batalla terrible entre lenguas y orejas, unas criticando sin parar, y las otras haciéndose las sordas...
¿Quién ganó la batalla? Pues con el paso del tiempo, las lenguas hechizadas empezaron a sentirse inútiles: ¿para qué hablar si nadie les escuchaba?, y como eran lenguas, y preferían que las escuchasen, empezaron a cambiar lo que decían. Y cuando comprobaron que diciendo cosas buenas y bonitas de todo y de todos, volvían a escucharles, se llenaron de alegría y olvidaron para siempre su hechizo.
Y aún hoy el brujo malvado sigue hechizando lenguas por el mundo, pero gracias al mago ya todos saben que lo único que hay que hacer para acabar con las críticas y los criticones, es cerrar las orejas, y no hacerles caso.
De este modo, en muy poco tiempo, en aquella ciudad sólo se hablaban cosas malas de todo el mundo: "que si este había hecho esto, que si aquel lo otro, que si este era un pesado y el otro un torpe", etc... y aquello sólo llevaba a que todos estuvieran enfadados con todos, para mayor alegría del brujo.
Al ver la situación, el Gran Mago decidió intervenir con sus mismas armas, haciendo un encantamiento sobre las orejas de todos. Las orejas cobraron vida, y cada vez que alguna de las lenguas empezaba sus críticas, ellas se cerraban fuertemente, impidiendo que la gente oyera. Así empezó la batalla terrible entre lenguas y orejas, unas criticando sin parar, y las otras haciéndose las sordas...
¿Quién ganó la batalla? Pues con el paso del tiempo, las lenguas hechizadas empezaron a sentirse inútiles: ¿para qué hablar si nadie les escuchaba?, y como eran lenguas, y preferían que las escuchasen, empezaron a cambiar lo que decían. Y cuando comprobaron que diciendo cosas buenas y bonitas de todo y de todos, volvían a escucharles, se llenaron de alegría y olvidaron para siempre su hechizo.
Y aún hoy el brujo malvado sigue hechizando lenguas por el mundo, pero gracias al mago ya todos saben que lo único que hay que hacer para acabar con las críticas y los criticones, es cerrar las orejas, y no hacerles caso.
Las lenguas
hechizadas
Hubo una vez un brujo malvado que una noche
robó mil lenguas en una ciudad, y después de aplicarles un hechizo para que
sólo hablaran cosas malas de todo el mundo, se las devolvió a sus dueños sin
que estos se dieran cuenta.
De este modo, en muy poco tiempo, en aquella ciudad sólo se
hablaban cosas malas de todo el mundo: "que
si este había hecho esto, que si aquel lo otro, que si este era un pesado y el
otro un torpe", etc... y aquello sólo llevaba a que todos estuvieran
enfadados con todos, para mayor alegría del brujo.
Al ver la situación, el
Gran Mago decidió intervenir con sus mismas armas, haciendo un encantamiento
sobre las orejas de todos. Las orejas cobraron vida, y cada vez que alguna de
las lenguas empezaba sus críticas, ellas se cerraban fuertemente, impidiendo
que la gente oyera. Así empezó la batalla terrible entre lenguas y orejas, unas
criticando sin parar, y las otras haciéndose las sordas...
¿Quién ganó
la batalla? Pues con el paso del tiempo, las lenguas hechizadas empezaron a
sentirse inútiles: ¿para qué hablar si nadie les escuchaba?, y como eran
lenguas, y preferían que las escuchasen, empezaron a cambiar lo que decían. Y
cuando comprobaron que diciendo cosas buenas y bonitas de todo y de todos,
volvían a escucharles, se llenaron de alegría y olvidaron para siempre su
hechizo.
Y
aún hoy el brujo malvado sigue hechizando lenguas por el mundo, pero gracias al
mago ya todos saben que lo único que hay que hacer para acabar con las críticas
y los criticones, es cerrar las orejas, y no
hacerles caso.
Las lenguas
hechizadas
Hubo una vez un brujo malvado que una noche
robó mil lenguas en una ciudad, y después de aplicarles un hechizo para que
sólo hablaran cosas malas de todo el mundo, se las devolvió a sus dueños sin
que estos se dieran cuenta.
De este modo, en muy poco tiempo, en aquella ciudad sólo se
hablaban cosas malas de todo el mundo: "que
si este había hecho esto, que si aquel lo otro, que si este era un pesado y el
otro un torpe", etc... y aquello sólo llevaba a que todos estuvieran
enfadados con todos, para mayor alegría del brujo.
Al ver la situación, el
Gran Mago decidió intervenir con sus mismas armas, haciendo un encantamiento
sobre las orejas de todos. Las orejas cobraron vida, y cada vez que alguna de
las lenguas empezaba sus críticas, ellas se cerraban fuertemente, impidiendo
que la gente oyera. Así empezó la batalla terrible entre lenguas y orejas, unas
criticando sin parar, y las otras haciéndose las sordas...
¿Quién ganó
la batalla? Pues con el paso del tiempo, las lenguas hechizadas empezaron a
sentirse inútiles: ¿para qué hablar si nadie les escuchaba?, y como eran
lenguas, y preferían que las escuchasen, empezaron a cambiar lo que decían. Y
cuando comprobaron que diciendo cosas buenas y bonitas de todo y de todos,
volvían a escucharles, se llenaron de alegría y olvidaron para siempre su
hechizo.
Y
aún hoy el brujo malvado sigue hechizando lenguas por el mundo, pero gracias al
mago ya todos saben que lo único que hay que hacer para acabar con las críticas
y los criticones, es cerrar las orejas, y no
hacerles caso.
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